El Poder y la Magia de los Seres Elementales de la Naturaleza.
En uno de los tantos magníficos encuentros con mi Maestro Manuel Millán "BYAKKO", en su Escuela de Misteriosofía y Ocultísmo, junto al resto de sus discípulos, tuve una experiencia que voy a documentar.
En una práctica nos pidió que tomáramos un objeto personal y lo colocáramos entre las manos (por respeto a las prácticas no mencionaré de qué se trataba), tomé un zarcillo que llevaba siempre conmigo, una lunita de plata que compré en un mercadillo de Barcelona (Catalunya) hace muchos años atrás. Me lo quité con cuidado, volví a colocarle el trancador y lo acomodé entre mis manos.
En el transcurso de la experiencia, tuve algunas sensaciones incómodas, como una reacción al metal entre mis palmas, la verdad es que era extrañamente desagradable, pero me mantuve serena, respirando y atenta al ejercicio. Cuando el Shihan (mi Maestro BYAKKO) dio la orden de culminar dicha práctica, estuve a punto de volverlo a colocar en mi oreja, pero él hizo algunos comentarios de los posibles resultados y, si en algún caso la experiencia fue engorrosa, inarmónica (como me pasó a mi) recomendó prescindir del objeto, que lo botáramos. Para mí el zarcillo tenía gran valor sentimental además que me encantaba. Yo, que me he caracterizado por no tener grandes apegos, sentí que en efecto, por alguna razón, había terminado su ciclo a mi lado y que era conveniente aceptar la recomendación, así que, cuando terminó la clase y salí de Avivarte (donde funcionaba la Escuela), decidí que mi pendiente de plata regresara a la naturaleza, me pareció oportuno hacerlo pronto y lo lancé hacia el jardín de las instalaciones con suavidad, con un ritual de agradecimiento, en una despedida casi alegre, de mucho respeto, pero, cual fue mi sorpresa, que vi como el árbol de ese bello jardín atajó mi prenda para lucirlo en su imponente tronco como un adorno.
Mi confusión la pude compartir inmediatamente con los compañeros que estaban también saliendo, todos se acercaban al árbol para ver lo que había ocurrido, nos hacíamos preguntas, estábamos fascinados con lo que veíamos (no solo ese día, pasaron semanas, incluso tormentosas lluvias y el siguió allí por muchísimo tiempo).
Por supuesto que cuando volví la semana siguiente, llamé a mi Shihan para contarle lo que me había sucedido y lo invité a que lo viera. Él sonrió, no le vi cara de sorpresa, me explicó lo que pudo haber ocurrido e incluso me dijo que no me extrañara si "caminaba" por el tronco cambiando de lugar. Seguro fueron ellos, ¡Los Elementales de la Naturaleza! ¡qué fuerte! Tanto estudiar y me tocó ver para creer (por si tenía alguna duda)
Como era de esperar, cada vez que asistía a mis clases me acercaba a ver al árbol con el zarcillo, hasta que un día no estuvo más, pero me queda el recuerdo...la magia existe. Ellos (Los Elementales), son cómplices de la belleza, de la transformación, de todo lo que nos rodea 🌷
Me debía este escrito, gracias por leerme.
Gasshō 🙏
Morhec.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Echarle ganas a la vida.

La vida es una Bendición.